Laura Vichera | 5 de junio de 2014 a las 8:13
En principio, trocear el pollo, retirar la piel y la grasa, enjuagamos a conciencia y secar con papel de cocina. Salpimentar cuidadosamente y pasar los trozos de pollo harina. Freír a fuego vivo con un buen chorreón de aceite de oliva hasta dorar. Se sacan bien escurridos y los reservamos en un plato.
Luego, en el aceite que nos ha quedado, rehogar las cebolletas cortadas en juliana fina, a fuego muy lento. Vamos limpiando el pimiento y lo cortamos del mismo modo, incorporándolo también a la cazuela.
Cuando todo esté blandito, incorporar los tomates, sin piel ni semillas, cortados en dados. Dejamos unos minutos para que suelten el agua de vegetación y añadimos de nuevo los trozos de pollo a la cazuela y los dientes de ajo picados.
Unos minutos después, mojar con el vino y dejamos evaporar el alcohol. Espolvorear generosamente con orégano, añadir unos granos de pimienta y las hebras de azafrán. Agregar caldo hasta cubrir, sacudir la cazuela, tapar y cocer a fuego suave durante una hora, moviendo de vez en cuando y vigilando por si fuera necesario añadir más caldo.
Una vez hecho, dejamos reposar y servir acompañado de pasta hervida.