Vuelve el tigre celta
Fede Durán | 5 de marzo de 2012 a las 16:41
GRECIA, Portugal e Irlanda son los tres países de la Eurozona sometidos por ahora al escarnio del rescate. Los dos primeros pacientes siguen mal, pero el tigre celta ruge parcialmente de nuevo. Primero, la memoria: los irlandeses combinaron, como EEUU o España, dos potentes venenos: las burbujas inmobiliaria y financiera, tan estrechamente unidas. Una burbuja, ya lo saben, es la expectativa de una subida permanente de precios, de forma que quien invierte siempre ganará dinero al desprenderse del activo. Pero las burbujas tiene la costumbre de estallar. Y allí estallaron a lo grande.
¿Por qué entonces Irlanda apunta ya a la resurrección? Básicamente, porque los salarios y los precios han bajado. La célebre devaluación interna. España está dispuesta a copiar el folio salarial del discurso, pero se resiste a aplicar, sobre todo en el ladrillo, esa caída obligatoria para reactivar mínimamente los intercambios (siempre que fluya el crédito). Hay otra diferencia, y no es baladí: Irlanda, gracias al ya mencionado tributo societario, es la base de operaciones de numerosas compañías estadounidenses cuya actividad genera empleo e influye en el despertar de la cadena de las transacciones.
Lo esencial, en realidad, es que los mercados -los grandes jueces de esta nueva era pero también de varias eras anteriores- han perdonado al país. Lo demuestra la prima de riesgo, que pasó de aquel aberrante diferencial de hasta 1.400 puntos básicos con el bund a los actuales 640-650. Conclusión: si contentas a la banca y al inversor, el resto es pan comido. Al menos por lo que respecta a la credibilidad, un concepto etéreo que no da de comer.