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Feria política
Ignacio Martínez | 10 de septiembre de 2012 a las 11:10
Fin de semana preelectoral. Feria de políticos, con latiguillos, eslóganes y la inevitable descalificación al adversario. El folklore habitual. Hay elecciones el 21 de octubre en el País Vasco y Galicia. Mañana se celebra la Diada más soberanista en Cataluña desde la llegada de la democracia. La prensa catalana nos recuerda que en este momento un referéndum sobre la independencia tendría un 51% de votos favorables, quince puntos más que hace diez años. Los oportunistas, los egoístas, los extremistas, los populistas, le sacan rendimiento a la crisis.
El descrédito de la política y de los políticos no sólo ocurre en España. Como consuelo repasen las encuestas para las elecciones del miércoles en Holanda. Los dos partidos que han copado las instituciones del país durante décadas, en régimen de alternancia, democristianos y socialdemócratas, apenas aspiran a una cuarta parte de los escaños. La crisis ha reventado el bipartidismo en países pobres del sur de Europa, como Grecia, y también en ricos del norte como Holanda. La consecuencia es más radicalismo.
En particular llama la atención la irrelevancia de la Democracia Cristiana neerlandesa, partido hegemónico durante medio siglo, que puede conseguir 13 de los 150 escaños del parlamento holandés. Este bache de las dos familias que crearon lo que hoy conocemos como Unión Europea tiene una clara consecuencia inmediata en el vacío ideológico en el que se mueve la UE, como pollo sin cabeza.
¿Pasará algo así en España? Puede, aunque todavía no se ha desatado la fuerza centrífuga que lo genere. Pero hay tiempo para que se produzca el fenómeno. El País adelantaba ayer un capítulo del próximo libro de César Molinas en el que comparaba la clase política española con los controladores aéreos, porque piensan más en su interés particular que en el general. La acusaba, entre otras cosas, de haber generado la burbuja inmobiliaria y la de las infraestructuras. Las críticas se multiplican. En fin, faltan más de tres años para las próximas elecciones generales y hay tiempo para que prenda la llama de la desafección política.
Unas elecciones en las que podríamos encontrar a alguno de los protagonistas del 21 de octubre. Se da la circunstancia curiosa de que los dos candidatos a la reelección en las elecciones vascas y gallegas, son los delfines favoritos de sus jefes de fila actuales. Entre los posibles recambios a Rajoy, seguro que el presidente del PP prefiere a Feijóo. Y no es un secreto que Rubalcaba piensa en Patxi López como posible candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, si no hay adelanto electoral. Bueno, se comenta que Griñán piensa en sí mismo para semejante cosa. Pero esa ya es otra historia.
PP: el partido más ancho
Ignacio Martínez | 30 de mayo de 2011 a las 11:36
El PP es el partido más ancho del mapa político europeo, lo que tiene mérito. Durante la campaña electoral algún dirigente socialista lo ha querido identificar con la extrema derecha. Tan exagerada es esa pretensión, como la contraria: obviar que los ciudadanos dispuestos a votar un discurso de extrema derecha eligen al PP en España. Pero no están solos, sino acompañados por neoliberales, socialcristianos, conservadores, democratacristianos, liberales centristas y, después del 22 de mayo, por más de un millón de votantes de la izquierda templada.
Hay que felicitar al PP por conseguir generar la confianza de públicos tan heterogéneos. Nos quejamos de que no tiene definición ideológica. A la vista de los resultados, es patente que no la necesita. Es más, la cuestión no es que lo amplio de su espectro le impide definir su ideología, lo sustancial es que su ambigua posición le permite ser una opción para casi todos los públicos.
Eso ocurre no sólo como reacción a la torpeza de Zapatero en la gobernación del país, la mediocridad de los cuadros socialistas o por la crisis. Es también el comportamiento de una sociedad diferente, en un mundo en el que un trabajador cualificado de la India compite en tiempo real con su colega norteamericano, por la quinta o sexta parte de salario. En este nuevo escenario, en el que la población occidental se quedará con frecuencia sin empleo, cambiará de actividad y estará un tiempo en el paro entre un trabajo y otro, la socialdemocracia europea se ha quedado sin discurso. Y también la democraciacristiana.
En las cuatro décadas que van desde la fundación de lo que hoy conocemos como UE, a principios de los 50, hasta la caída del Muro de Berlín a finales de los 80, surgió un modelo europeo en combinación de las políticas socialdemócratas y democratacristianas. El éxito de la Unión Europea se basó en tres pilares: el entendimiento de esas dos grandes formaciones, el eje franco alemán y ampliaciones moderadas con la admisión de uno, dos o tres nuevos socios en cada ocasión. Ninguna de las tres cosas se cumplen en los últimos tiempos. Y, en particular, ambas familias ideológicas han sido casi barridas del mapa en el nuevo escenario, tras el hundimiento del bloque soviético. De ser la espina dorsal del sistema político en Italia, Holanda o Bélgica, tres de los seis fundadores de la UE, los democristianos han desaparecido o son irrelevantes. Sólo en Alemania mantienen parte de su antigua pujanza.
Los partidos clásicos están en crisis en Europa. No hay respuestas nuevas a los problemas modernos. La inseguridad de los políticos, su desprestigio y falta de liderazgo van en aumento. Y en esta coyuntura, España ha decidido que lo más seguro son las siglas del PP. Pero la espectacular anchura de banda que ha conseguido el 22 de mayo será mucho más difícil de mantener en el gobierno que en la oposición. No sabemos cuánto tiempo durará su hegemonía. Pero, desde luego, lo bastante para que la ola azul llegue a Andalucía en marzo. La única incógnita es su altura.
¿Jugamos contra Holanda?
Ignacio Martínez | 12 de julio de 2010 a las 18:10
¿Jugamos contra Holanda o contra Italia? Leo en L’Equipe que Cruyff ha declarado que Holanda estuvo sucia, dura y vulgar. Dice más cosas, todas ellas negativas, pero me quedo con estas tres. No me puedo creer que estos leñadores fuesen holandeses. Sucios, duros y vulgares, renunciando a jugar al fútbol, cazando a golpes a los españoles y quejándose al árbitro inglés a cada momento. Una decepción de equipo esta Holanda, mucho peor que Alemania sin comparación. Y el árbitro un perfecto desastre. Cruyff opina que debió expulsar al menos a dos jugadores holandeses. Esta patada en el esternón de Alonso por parte de Nigel de Jong sólo fue amarilla para mister Webb. Establecido un precio tan barato por la integridad de los españoles se impuso la barra libre holandesa, en especial de un tipo alto y leñero llamado Van Bommel. Este sujeto jugaba, como todo su equipo, a la italiana, duro, marruñero y oportunista, un perfecto heredero de Materazzi. Afortunadamente, esta vez ganaron los buenos, como en las películas.
El club de los grandes
Ignacio Martínez | 12 de julio de 2010 a las 16:15
Más allá de la euforia que nos invade, ganar el Mundial de fútbol es un buen negocio. Y hazaña propia de grandes países. Los cuatro grandes de Europa eran hasta ayer los únicos campeones del Mundo en el viejo continente: Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, fundadores en los años 70 del G-7, el grupo de países más industrializados del planeta con Estados Unidos, Canadá y Japón. Alemania acumula tres mundiales, uno tienen Francia e Inglaterra y cuatro Italia. Al otro lado del Atlántico están los otros tres ganadores. Uno histórico, que no gana desde hace sesenta años, Uruguay. Los otros dos, son Brasil, con cinco títulos, y Argentina, con dos, destacados países emergentes, miembros del moderno G-20. Este es el club en el que ha entrado España al derrotar a Holanda.
El consejero de Turismo piensa que este título refuerza la marca España en el extranjero y atraerá nuevos visitantes. Cuando se pase el efecto inmediato de las satisfacciones sentimentales, quedarán buenos negocios. En la Secretaría de Estado de Turismo han calculado que puede aumentar un 10% el flujo de los viajeros foráneos, como resultado de la victoria y la manera de conseguirla. Además, las grandes compañías nacionales exportadoras, que se mueven en el mercado global, también tendrán el viento a favor para mejorar sus mercados. Sólo falta que demos un buen producto, un buen servicio.
Es sólo una pequeña anécdota, pero esclarecedora. Una amiga fue a comprar el otro día una botella de agua en un establecimiento del centro de Málaga y le pidieron varios euros. Cuando preguntó airada, con un perfecto acento andaluz, cómo podían pedir esos precios, la dependienta le matizó que para ella eran 1,5 euros, que si no hablaba no podía distinguir entre clientes locales o foráneos, que eran órdenes de su jefe… Estoy a favor del impuesto turístico por visitar una ciudad, pero en contra de todo tipo de pillería en tiendas, bares o restaurantes, tomando a los turistas por tontos. Estos desaprensivos perjudican la imagen de su sector en particular y del destino en general.
Nuestro mejor negocio en el futuro será conservar clientes, y que repitan acompañados. A ver si es verdad que se recupera el consumo interno y la economía con la euforia del Mundial. Y ver si somos más humildes, discretos y prudentes con las cosas que hacemos. A ver si conseguimos crear una imagen de marca de calidad, identificada con el juego de la selección nacional de fútbol. A ver si éste no es un cuento de la lechera, un espejismo. Zapatero dijo aquella bobada en septiembre de 2007, tras estallar la burbuja hipotecaria norteamericana, de que España ganaba la Champions de la economía mundial, cuando en realidad España lo que podía ganar era la verdadera Champions del fútbol mundial. Lo que va a abrir las puertas a nuevas oportunidades económicas en el futuro. Para ser grandes de verdad.
El pulpo ‘Paul’
Ignacio Martínez | 10 de julio de 2010 a las 10:46
Me pregunto si somos supersticiosos los españoles y la respuesta inmediata es que sí. Ayer, sin ir más lejos, al menos media docena de cadenas de televisión conectaron en directo con la pecera alemana del pulpo Paul a partir de las once de la mañana para ver las predicciones del cefalópodo más famoso del mundo. En La Primera explicaban que se trata de un bicho joven, soltero y británico. En fin, todo el mundo colgado con el dichoso pulpo que predijo, sin el más mínimo género de duda, que España ganará a Holanda en la final del Campeonato del Mundo de fútbol. Y, con alguna vacilación, que Alemania se impondrá a Uruguay en la consolación. Haga usted, querido lector o querida lectora, la prueba del algodón sobre su grado particular de superstición: a que le complace que Paul nos haya dado como ganadores. Pues eso…
Los españoles somos muy supersticiosos. Tanto que si me pidiera un consejo de amigo le diría al presidente del Gobierno que hace bien en no ir a la final. Corre mucho riesgo. Si España gana, nadie lo atribuirá al magnetismo de Zapatero. Pero si perdemos todo el mundo se preguntará en qué ha cambiado el escenario para que la suerte nos sea esquiva y contradiga incluso el vaticinio del sabio pulpo de marras. Y ahí mucha gente volvería la mirada sobre el presidente, sin remedio. Y con mala leche. ¡Ojo!, que se presenta otro problema. Felipe y Letizia han ido a un solo partido del Mundial. ¿Cuál? El España-Suiza. Y perdimos. Pero ahora van a la final. Hay quien piensa que es un riesgo innecesario; que sería mejor que dejaran a la reina Sofía al cargo de la representación institucional, que ya lo bordó en la semifinal, como talismán de la selección.
Mucha gente tiene manías sobre la fortuna. Un espejo roto, unas tijeras abiertas o un sombrero sobre la cama traen mala suerte. La herradura detrás de la puerta, por el contrario, es símbolo de buen augurio. En la Grecia clásica pensaban que el hierro en forma de media luna protegía de los hechizos, así que la herradura en la puerta impedía la entrada de las brujas y del mal. Además, se creía que las herraduras que otorgaban más suerte eran las de los borricos, porque sus siete agujeros son el número mágico por excelencia. Tenemos que hacer una excepción obvia con el color amarillo, considerado gafe por toreros y artistas, porque es casi la mitad de la bandera nacional.
La tradición popular considera que derramar sal o vino no trae nada bueno, pero encontrar un trébol de cuatro hojas o tocar madera tiene el efecto contrario. Que un gato negro o ver una rata traen mala suerte, mientras que la pata de conejo es un viejo amuleto protector de los humanos desde hace miles de años. Lo del pulpo es una novedad. Y está en precario hasta el domingo por la noche. Pero como acierte, Paul entrará en la historia de las supersticiones. Al tiempo.
Encoge el cheque europeo de Andalucía
Ignacio Martínez | 6 de abril de 2010 a las 9:40
Elecciones europeas: plantón de los recién llegados
Ignacio Martínez | 9 de junio de 2009 a las 13:43
La abstención de un 43,1% en el conjunto de la Unión Europea es ficticia. En los resultados oficiales puede verse que de los 12 países que entraron en la UE en 2004 y 2007, ocho han tenido una participación inferior a la media: Eslovaquia, 19,64%; Lituania, 20,88; Rumanía, 27,21; Polonia, 27,4; Eslovenia, 28; Hungría, 36,3, y Bulgaria, 37,49. Todo un plantón de los recién llegados. Por el contrario, sólo cuatro de los quince miembros desde 1995 tuvieron una abstención superior a la media en estas elecciones: Reino Unido, 35%; Holanda (uno de los países fundadores), 36,5; Portugal, 37, y Francia (más que fundadora, la ‘madre’ del invento), 40,5. Esto tiene una lectura. No podemos seguir invitando a entrar en este club a países cuyo único objetivo es mejorar su economía. La Unión tiene la ambición de ser mucho más que eso. En Maastricht quedó pendiente la unión política… Eso se debería abordar antes de otro grupo de países entre por la puerta.
Por cierto, que la participación media está ‘falseada’ porque en cuatro países de los 27 es obligatorio el voto por ley: En Bélgica (85,86%) y Luxemburgo (90), en donde cumplen con esa obligación, y en Grecia (52) y Chipre (59,4), en donde medio cumplen. En todo caso, tiran artificialmente al alza con la media.
Gamberrada europea
Ignacio Martínez | 16 de enero de 2009 a las 9:52
La presidencia checa de la Unión Europea se ha encontrado un esqueleto en su armario, nada más empezar y por sorpresa. Ha subvencionado con una millonada una especie de puzle mural de 27 artistas de la UE, uno por país, para simbolizar las identidades de cada uno de los socios comunitarios. La idea ha sido de un artista checo crítico con su presidente, Vaclav Klaus, el euroescéptico amigo de Aznar y negacionista del cambio climático. Pero resulta que el promotor de la operación, un escultor llamado David Cerny, se ha inventado a los colegas de los demás países; o sea, que ha hecho la obra él mismo, con un par de amiguetes. Y además ha utilizado algún estereotipo de pésimo gusto.
España, después de todo, no escapa demasiado mal: la ha retratado como un país cubierto de cemento armado en el que está naufragando una hormigonera. Si no les gusta, esperen a enterarse de la suerte de los demás. Alemania es un cruce de caminos de autopista, que casi dibujan una cruz gamada; Suecia, una caja de Ikea; Holanda, un campo minado de mezquitas; Italia, otro campo, pero éste de fútbol en el que los jugadores se masturban con balones. En Polonia, unos curas plantan una bandera gay. El mural es electrónico y permite ver en movimiento a coches circular por la autobahn y a los calciatori jugar con sus balones.
Precisamente, la República Checa está representada por un cartel electrónico en el que aparecen discursos del prócer Klaus. Mientras, Irlanda es un pellejo peludo, el fuelle de una gaita, con su flauta; Francia, un cartel que pone huelga, y el Reino Unido, nada: un espacio vacío que puede simbolizar al euroescepticismo. Este David Cerny, a sus 41 años, tiene un largo historial de gamberradas provocadoras. La más evidente es el saludo que dedica a los visitantes de su página web. El artista ha declarado que esperaba que Europa tuviera sentido del humor y fuese capaz de reírse de sí misma. El Gobierno de Bulgaria, que ya soporta la broma del frío por cortesía de Rusia, y que no está para más chistes, ha llamado al embajador checo en Sofia para presentarle una protesta formal, porque su país aparece en el mural como una colección de baños turcos.
El elegante patio de entrada del Consejo de Ministros de la Unión, de mármol rosa de unos 100×100 metros de planta, ha tenido ya destinos alegóricos con motivo de diversas presidencias: recuerdo que en la época de 15 miembros, lo llenaron de montículos de arena y plantaron quince árboles autóctonos de cada país. Por cierto, que un olivo representó a España. Aquello era más correcto. Esto es un desliz de novato que perjudicará a los checos, que ya están en entredicho por las críticas de su presidente al Tratado de Lisboa. En éste, como en cualquier club serio, no sienta bien que un recién llegado le toque las narices a los veteranos. Eso sí, estamos haciendo famoso al gamberro.
”David
A ver al rey, en su propio coche
Ignacio Martínez | 28 de diciembre de 2008 a las 21:11
El rey Alberto ha encargado formar un nuevo Gobierno en Bélgica al democristiano flamenco Herman Van Rompuy, de 61 años. Este señor que ven salir en la noche del domingo 28 del palacio real de Laken, el equivalente al palacio de La Zarzuela español, al volante de su propio coche es el presidente de la Cámara de Diputados belga. Y está aquí en el blog por la foto y no por su misión de poner fin a la crisis política que arrastra su país desde la dimisión de Yves Leterme hace diez días. Leterme dimitió con todo su Gobierno por las presiones que habían ejercido sobre los jueces para facilitar la venta del banco nacional Fortis al francés BNP-Paribas.
Pero la presencia de Van Rompuy en esta página no se debe a su misión, sino a que fue a ver al rey en su propio automóvil. Una costumbre muy extendida en Bélgica, Holanda o los países nórdicos, que sorprenderá aquí. No me imagino una escena semejante en España, no sólo de un presidente del Congreso, ministro o consejero autonómico, sino incluso de un alcalde de pequeña localidad. Aquí hemos convertido las grandes limusinas, con reposapiés, equipo de música y televisión por satélite en una herramienta de trabajo. La foto demuestra que se puede ser más austero.